La siembra es una costumbre que se está perdiendo. Antiguamente cuando yo era chica, por ejemplo, mi papá decía ‘hoy vamos a ir a sembrar papas’ y teníamos que ir todos. Así uno va aprendiendo”, cuenta Soledad Arcos, educadora diferencial y encargada del proyecto “Huertos Familiares” que desde el año pasado se está desarrollando en el Liceo Tecnológico de Coñaripe, ubicado en la Región de Los Ríos.
Se trata de una iniciativa que nació en 2020 con la intención de apoyar a las familias de estudiantes que estaban pasando necesidades económicas producto de la pandemia. En ese entonces, un grupo del programa de integración del liceo visitó los hogares de la mayoría de los alumnos y se dieron cuenta de que, por la complejidad de la situación, los estudios estaban pasando a segundo o tercer plano en las prioridades de las familias.
Pensando cómo apoyar a la comunidad educativa y motivar a sus estudiantes, Soledad descubrió una forma de aprovechar los recursos que las familias tenían a mano y de paso, rescatar una tradición de la zona. “Varias mamás tenían invernaderos y la temporada había sido muy mala. Algunos estaban rotos por el viento, y tampoco tenían semillas porque no se podía salir a comprar, así es que le entregamos 3 sobres a cada familia. La mayoría sembró y pudo comer esos productos”, cuenta la educadora.
Dada la buena acogida, se procedió a aplicar una encuesta para saber cuántas familias tenían invernaderos y cuántas no. Para estas últimas, se buscaron distintas alternativas, como la habilitación de un huerto dentro del mismo establecimiento educacional y la posibilidad de sembrar en botellas plásticas. La idea era que todo quien quisiera, pudiera participar.
Con las fotos de sus alumnos felices con sus siembras, la comunidad armó un video y decidió enviarlo aImpulso Inicial, programa de Fundación Luksic, a través de Facebook, para solicitar apoyo con más semillas. El aporte se concretó y el liceo, que este año tiene 236 estudiantes, recibió más de 2.500 semillas de 40 especies distintas y 7 kilos de cilantro de corte listo para ser plantado.
Soberanía alimentaria
Actualmente casi el 70% de la comunidad educacional participa activamente del proyecto y Soledad reconoce que para ellos la alimentación saludable es una prioridad como establecimiento. Así nació un concepto que han querido impulsar: “nosotros estamos hablando de soberanía alimentaria, porque por ejemplo, aquí en Coñaripe un atado de cilantro vale $900 versus el que se entrega acá que es algo que los mismos apoderados van a poder cosechar”.
La directora de Impulso Inicial, Macarena Van Dorsee, detalla que el programa está enfocado, principalmente, en apoyar a emprendedores y deportistas, con algunos casos excepcionales en materia de educación y salud. “Destacamos casos como el de este liceo, que en medio de una situación tan compleja como la pandemia supo buscar alternativas para apoyar a sus alumnos y apoderados. Para nosotros es muy grato apoyar este tipo de iniciativas”, afirma.
En la misma línea, Van Dorse explica que, “este proyecto educativo es también un emprendimiento de las familias de los alumnos y eso fue un factor clave para evaluar esta solicitud de apoyo, ya que estamos enfocados en ayudar a emprendedores, quienes representan el 95% de las donaciones que entregamos”.
Para continuar perfeccionando el proyecto y ayudar a las familias con menos experiencia, en octubre el liceo consiguió una capacitación con un agrónomo de la zona. Así las apoderadas y apoderados pudieron aprender cómo sembrar, las distancias correctas entre cada semilla, cuándo es el momento de trasplantar. “Siento que vamos muy bien. La idea ha sido que cada niño y familia pueda elegir lo que quiere sembrar para que se motive”, señala Soledad.